La revista internacional Antioxidants publicaba recientemente en inglés los resultados de una investigación realizada por el grupo Fisiopatología Cardiovascular de la Universidad de Sevilla sobre los aceites obtenidos de las acebuchinas: el fruto del olivo silvestre conocido popularmente como acebuche, una especie arbustiva endémica a en todo el entorno mediterráneo.
La sección de salud del diario El País recogía el pasado 17 de noviembre, en un artículo firmado por Raúl Limón, las conclusiones más relevantes de dicho studio. A saber: que “una dieta enriquecida con aceite de acebuchina reduce los valores de presión arterial y el estrés oxidativo ocular producido por la hipertensión”, lo que habría llevado al grupo de investigación a “patentar (sic) el uso del aceite de acebuchina en el daño en la retina asociado a la hipertensión arterial”
Investigaciones anteriores habían puesto ya de manifiesto el alto contenido en tocoferoles (vitamina E) y esteroles del zumo de acebuchina, muy superiores a los aceites más ricos en estos componentes procedentes de variedades cultivadas. Este nuevo estudio se une a los muchos que en los últimos años han demostrado científicamente los múltiples efectos beneficiosos del consumo regular de los aceites de oliva virgen extra.
En cualquier caso, conviene reiterar que los aceites de oliva no son medicamentos sino alimentos. En mi opinión los atributos saludables, por grandes que sean, no son suficientes para seducir a los consumidores si su aroma y su sabor, los atributos sensoriales, no son igualmente buenos y resultan de su agrado.
Esto es aplicable también los aceites de acebuchina, que no dejan de ser AOVEs aunque su rareza, su carácter silvestre, la dificultad de su recolección, su exiguo rendimiento y su gran riqueza en antioxidantes, los conviertan en algo muy excepcional y exclusivo.
La firma jienense MONVA www.monva.es fue pionera en la elaboración y comercialización, bajo la marca Dominus Acebuche, de estos agrestes y montaraces aceites. Al tratarse del zumo de un fruto silvestre, no cultivado, los matices sensoriales pueden variar bastante de año en año.
El de la presente campaña 2020/21 se caracteriza por un intenso frutado con notas verdes y vegetales que evocan las hierbas del campo y la planta del tomate. En boca es rotundo y complejo, con matices de almendra y madera fresca, con un retrogusto fresco y prolongado. El amargo y el picante son marcados, muy equilibrados y bien integrados en el conjunto.
Por cierto, se comercializan solamente unos cientos de botellas en cada campaña, si les interesa probarlo ya pueden darse prisa.