Toshiya Tada, fundador de la Asociación Japonesa de Catadores (OSAJ), y director del concurso OLIVE JAPAN, presentó una interesante ponencia sobre el mercado japonés durante su visita a EXPOLIVA 2019.
Desde mi punto de vista, uno de los aspectos más relevantes de su presentación fue lo relativo a las inquietudes y los gustos de los consumidores.
El principal motivo de compra es el nivel de calidad del producto, muy por encima de cuestiones como el precio, el origen o la marca. Los japoneses desconfían mayoritariamente de lo que se recoge en el etiquetado del producto, así como de las certificaciones legales y oficiales. Más del 50% de los consumidores, sin embargo, reconocen necesitar el asesoramiento de profesionales.
Es equivocado asumir que, al tratarse de un mercado sin tradición de consumo, los japoneses prefieren los aceites de gusto suave y delicado, o que la promoción de los atributos saludables es la mejor vía para el desarrollo del mercado; definitivamente “polifenoles” no es la palabra clave a juicio de Tada.
La cultura gastronómica popular de Japón es riquísima y muy antigua; los primeros restaurantes especializados en ciertos tipos de cocina como el sushi, el soba o el teriyaki, se remontan al siglo XVII.
La comida japonesa es rica en sabores picantes e intensos como el wasabi, el rábano, o el jengibre, y también astringentes y amargos, como el té verde, la calabaza amarga y el hígado de pescado. Además la comida japonesa es de por sí muy saludable, y por ello los japoneses tiene la esperanza de vida más larga del mundo.
Por tanto, sin desdeñar los elementos saludables, sería mucho más eficaz destacar de forma sencilla los atributos sensoriales de los buenos AOVEs, su capacidad para resaltar el sabor de los alimentos y mejorar sus textura, enfatizando su deliciosos aromas y sabores, herbáceos, florales o frutales.
En opinión de Tada, un elevado porcentaje de los aceites virgen extra en el mercado no corresponde a esta categoría. Muchos distribuidores no conocen el verdadero significado de la calidad en el aceite de oliva, y los sistemas de certificación de la calidad de los países productores pueden no funcionar adecuadamente.
La educación de importadores, distribuidores y consumidores es la clave para el desarrollo del mercado. La formación de catadores es el vehículo más eficaz para promocionar entre los consumidores la calidad y los excelentes atributos sensoriales de los aceites de oliva virgen extra
Otras importantes cuestiones, como los estándares de calidad, el sistema de distribución y la cadena de suministro, o los aranceles aplicables, fueron también comentadas en la presentación de Tada.
Japón, excluida la UE, es el tercer importador mundial, solo superado por los EEUU y Brasil. Desde 2014, España es el principal suministrador, con una cuota de mercado del 58,8% en 2018.
Actualmente el aceite de oliva representa solamente un 2% del mercado japonés de aceites vegetales y, a juicio de Tada, tiene aún un gran potencial de crecimiento, que podría alcanzar hasta un 10% del total.
Para ello, hay dos premisas de obligado cumplimiento, para los consumidores japoneses comprender donde reside la calidad esencial de los aceites de oliva, y para los productores y exportadores llegar a conocer la realidad del mercado y las motivaciones profundas de los consumidores.